sábado, 19 de diciembre de 2015

EL CENTRO TIRALO PASADO

Lo que voy a omitir profundizar es algo que doy por hecho. Vos siere vas a llegar al fondo. Porque la vas a tirar larga para volverte inalcanzable. O vas a quebrar la cintura un par de veces para dejar desencajados a dos tipos. O vas a pasar como una exhalación para marcar un pase perfecto, justo un metro y medio delante de tu posición. No importa cómo sea porque tampoco me preocupa. Eso corre por cuenta de tus virtudes y entonces no existen las dudas. 

Lo que te quiero hacer entender es lo que viene después. A ver, cómo te lo explico. Seguramente vas a apuntar al corazón porque es donde todo ocurre, donde más se siente, donde más duele. La bola llegará llovida, con rosca hacia afuera, inmejorable para quienes atacan. Se generará a la vez confusión entre quienes deben evitar el propósito. Dudarán, no sabrán qué priorizar, les correrá un escalofrío como indicio del temor. ¿Parece ideal, no? Bueno, justamente acá es donde vengo a cortar la magia.

Lo que quiero que comprendas es que yo no voy a estar en ese espacio. Y necesito que sepas por qué. No acepto esa zona de confort porque preciso probarme. No quiero tan sólo poner el cuerpo para desviar la trayectoria de un rumbo que está casi definido. No me interesa esa comodidad. No deseo que sea sencillo. No anhelo el protagonismo inmerecido. No pretendo el éxito fácil, dejame valerme por mí mismo. ¿Me entendés?

Quiero, en cambio, ser artífice de mi propio destino. Quiero que me hagas despegar del suelo, me urge saltar. Dejame sentir el viento en la cara. Haceme volar. Pegale fuerte, pegale con convicción. Depositá todas tus ilusiones en ese envío con aroma a revancha. Agredime con tu frescura. Por y para eso, te pido un solo favor, escuchame bien: el centro tiralo pasado.

Yo no puedo con la quietud, con la calma. Tiralo pasado y habilitame la incertidumbre, el desasosiego, al miedo de no llegar. Permitime estar alerta, despierto, con los ojos bien abiertos. Quiero sentir el apremio de saber que no tengo margen. Anhelo esa presión. Provocame el esfuerzo. Hacé que saque lo mejor de mí. Y te prometo que yo también voy a llegar. 

Tiralo pasado y tirá lo pasado. Procurame confianza en la entrega. Prestame tu compromiso, tu seguridad, tu fe. Dame las señales que me convenzan. Hacelo con cuidado si querés. Capitalizá las experiencias, las de las veces que se gana y las de las veces que se aprende. Dejate fluir. Elevate así me ves surcar. Volá que el viento también cicatriza heridas. Mirame a los ojos cuando conecte con esa diligencia esperanzadora. A riesgo de sonar pedante, sólo te pido la posibilidad. De la eficacia me ocupo yo.

Entonces sí, cuando lo logre sabiendo que tu interés fue ver lo mejor de mí, festejaré como un enajenado. Celebraré la conquista en proporción al empeño. Correré a vos para fundirnos en una sola persona. Para deshacernos y rehacernos con partes de los dos. Para agradecerte por no hacer lo que todos dicen que hay que hacer, por ser cómplice de mis dislates. Por no aguantarla en el corner para hacer tiempo. Por animarte a jugar sabiendo que probablemente te caguen a patadas.

Hay algo más que tengo que decirte. Algo que sinceramente pensé hasta último momento si debía o no mencionar. Es claro que no me conviene porque el hombre es amo de su silencio y esclavo de sus palabras. Por eso te confieso que consideré no pronunciarme al respecto, pero no puedo ni quiero faltar a tu confianza. Si vos vas a dar todo, yo no puedo hacer menos. 

No tengo dudas de que voy a llegar, pero si lo tirás pasado existe también el riesgo de que no arribe con la comodidad suficiente como para apuntar hacia la meta. Que la mejor opción sea entonces bajársela a algún compañero, que es lo mismo que cederle la oportunidad a otro. Alguien mejor posicionado, mejor perfilado, más apto. Alguien que garantice la conquista. Una conquista que además no sólo será la de él sino la tuya, porque todos pateamos para el mismo lado. Tu éxito. Tu sonrisa. Tu bienestar.

Mi objetivo, al cabo, es el mismo que el de todos los que merodean el corazón. Por eso, darle la chance a quien asome como el más indicado en pos de tu felicidad es la mayor prueba de amor que se puede ofrecer. ¿Soy estable? No. ¿Soy prudente? Tampoco. ¿Soy estático? Menos. Como leí por ahí, de ser así viviría en la muerte. Por eso, acepto la confusión, la incertidumbre, los miedos y los altibajos emocionales porque ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante. 

Carlos Arasaki


miércoles, 4 de noviembre de 2015

El nivel del jugador

¿De dónde nace la superioridad entre un jugador y otro? 


En el fútbol de cualquier competición y cualquier nivel hay una distancia que un jugador tiene con sus rivales a nivel físico, técnico, táctico y emocional. Si cada jugador fuera puntuado en las capacidades motrices (resistencia, fuerza, velocidad y flexibilidad) no habría entre sí tanta diferencia como al incluir las perceptivo-motrices (coordinación y equilibrio) y su relación con la técnica. La técnica, o el control del balón, es la que define cuál o cuáles de estas capacidades prevalece por sobre la otra. ¿De qué manera se mide este fenómeno?

El resultado de la acción.

Un jugador refleja su nivel con el resultado de cada una de sus acciones a través de la técnica empleada. “Si yo soy más lento que vos pero tengo la iniciativa, es mi control del balón lo que va a definir si ésta se convierte en ventaja o no”. 
Hay momentos que sólo puede regalar la técnica y son inevitables.  

De manera inversa, no existiría el anticipo si no existiera un mal control. No es por quitar mérito al marcador, por el contrario, ir en busca del balón con la determinación que requiere un anticipo necesita de mucha valentía. Sobre todo si hablamos en el primer nivel. Aclarado esto podemos ahondar un poco más y decir que el marcador también debe decidir y medir correctamente la situación de juego. ¿Qué implica esto? Qué tan bueno o qué tan malo sea el nivel de anticipo de un jugador será medido en el resultado de la acción. Si va 10 veces a anticipar y recupera 2, 4 no logra hacerlo y las 4 restantes lo superan aprovechando el espacio a su espalda, probablemente no sea un experto en esta área. Por supuesto que hay más variables a tener en cuenta: zona del campo, nivel del rival, compañeros listos para realizar la cobertura, etc. Para matizar la estadística anterior: si un defensor intenta anticipar a Messi en campo rival 5 veces recuperando sólo un balón pero en las 4 restantes siempre hubo un compañero detrás para evitar una posible progresión, es casi seguro que estamos observando a un marcador con un buen nivel de anticipo.  

Volviendo al tema que nos ocupa hoy dijimos que las capacidades físicas son utilizadas a través de la técnica para intentar superar al rival. Alguien podría decir: "No tiene sentido que intente superar a un defensor más rápido con un dribbling largo" y es probable que tenga razón. Pero el fútbol tiene tantas variables que permanentemente conspiran contra estas afirmaciones que no se puede evitar suponer que hay excepciones. Para buscar una respuesta recurramos a otro deporte: el judo. 

"Un judoca debe ceder a la fuerza de su oponente conforme si se es empujado o traído, ya que, al obrar así, no solamente se anula el esfuerzo contrario y se optimiza el gasto de la propia energía, sino que facilita más la conservación del equilibrio de lo que se lograría al ofrecer resistencia, al tiempo que se debilita el equilibrio del oponente. En una palabra, es la manera de aceptar las cosas según se presentan para cambiarlas ventajosamente"

Este concepto tomado de un arte marcial se ve una y otra vez en el fútbol. Volviendo al ejemplo anterior, la velocidad del defensor puede ser una desventaja si nuestra acción así la convierte. Esto dependerá del nivel del jugador. Para cerrar este artículo pongo a disposición un video y una imagen de un futbolista que, al igual que muchísimos otros, permanentemente saca ventajas en el juego sin ser el más rápido, fuerte o ágil de los 22 hombres en cancha. Con ustedes, Robin Van Persie: 


Un espejo de la imagen de Bergkamp, no?